Una nueva visión para las Áreas Marinas Protegidas en México

Foto: Adrián Blanco

POR: Mario Gómez | @Mariogomezc

Cuando surgió la figura de Áreas Naturales Protegidas (ANP) en México, éstas buscaban conservar sobre todo los bosques que favorecían cuencas hidrológicas. Luego, se enfocaron en especies emblemáticas marinas y terrestres, para posteriormente centrarse en selvas tropicales húmedas representativas como Monte Azules (Chiapas), Calakmul (Campeche) y Sian Kaan (Quintana Roo).

Fue hasta la década de los 90 cuando se empezó a proteger zonas en el mar donde habitaban especies representativas como ballenas, tiburones o arrecifes coralinos; todas esas áreas eran más bien pequeñas.

Ya para la década de los 2000, se logró la instauración del Sistema Arrecifal Mesoamericano, una barrera coralina compartida de 1000 kilómetros que va desde Cabo Catoche en Quintana Roo, hasta Roatán en Honduras, pasando por Guatemala y Belice. Este fue uno de los primeros intentos de protección de un corredor marino internacional.

Al mismo tiempo que crecían los esfuerzos de conservación marina, la industria pesquera iba en ascenso, sofisticando sus barcos industriales con tecnología de punta que le permitía aumentar sus capturas y recorrer mayores distancias. Las iniciativas ambientales resultaron insuficientes.

Revillagigedo marcó la diferencia

Con el paso de los años se agudizó la oposición entre la industria pesquera y las autoridades ambientales; ambos actores con posturas encontradas operando en sentidos opuestos y lejos del diálogo. En este escenario, en 2017 se dio un gran paso al decretar a la entonces Reserva de la Biosfera Archipiélago de Revillagigedo (creada en 1994 y ubicada en el océano Pacífico) como Parque Nacional, pasando de 384,000 hectáreas en las que se podía pescar (de manera industrial y deportiva) a 14.8 millones de hectáreas, convirtiéndose en el Area Marina Protegida (AMP) libre de cualquier tipo de pesca, más grande en Norteamérica, cumpliendo así con dos características fundamentales para lograr una verdadera protección: ser de gran escala y estar fuertemente protegida (con zona de exclusión pesquera).

A más de cuatro años de su creación, ha demostrado que es altamente funcional y productiva. Contrario a lo que se cree, un área de grandes dimensiones y altamente restrictiva se puede vigilar con mayor eficiencia.

El Parque Nacional Revillagigedo (PNR) se suma a la creciente lista de AMP que apuestan por polígonos extensos donde cualquier actividad extractiva queda prohibida como el Monumento Nacional de Papah?naumoku?kea (en Hawaii) y las recientemente ampliadas Isla del Coco (Costa Rica), Parque Nacional Galápagos (Ecuador) y Parque Nacional Coiba (Panamá).

Por si fuera poco, hace unos meses el PNR se unió a la Red de Áreas Marinas del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical (CMAR) y apenas el pasado mes de diciembre recibió el Blue Park Award otorgado por el Marine Conservation Institute. Vamos por el camino correcto, porque una vez más se confirma que las AMP con visión de largo plazo son verdaderas cajas de ahorro para la pesca y garantizan la seguridad alimentaria en México.

Conservación y fomento como aliados de la biodiversidad

Durante años he promovido la creación de AMP en México y hoy en día no tengo duda de que es momento de evolucionar y transformar la manera en que surgen estas herramientas. La conservación de la naturaleza es aliada del desarrollo responsable y ordenado; se puede proteger y al mismo tiempo, impulsar actividades productivas.

En adelante el nacimiento y operación de las AMP en México y el mundo debe incluir una participación intersectorial que involucre a las autoridades ambientales, los gobiernos locales, academia y ciencia, así como a las dependencias vinculadas con pesca y desarrollo, en particular, turismo que hoy es un tema más que juega a favor de la conservación. Al final de cuentas, todos estamos conectados por un mismo océano.

En el futuro, todos los involucrados deberán tener la oportunidad de regular y operar en función de sus facultades, bajo un esquema de comanejo. Más aún si consideramos que las AMP no se contraponen a otros instrumentos como los refugios pesqueros o santuarios de vida silvestre.

Como es sabido, las AMP cuentan con un Consejo Asesor en los que hasta ahora CONAPESCA e INAPESCA casi no participan. Aquí hay una gran oportunidad de colaboración porque es el espacio idóneo para discutir diferencias y planear acciones conjuntas a largo plazo donde las facultades y visiones de cada institución pueden lograr una mejor coordinación. Ahí deben estar representados todos los actores que tienen injerencia legítima en el tema.

Las AMP necesitan recursos suficientes y constantes para operar de manera eficiente. Por fortuna, cada vez existen más fondos internacionales y empresarios dispuestos a aportar recursos destinados a la creación y manejo de las AMP; fue así que nos dimos a la tarea de crear el Fondo para la Conservación de los Mares (FOMARES) que busca apoyar proyectos de conservación, restauración y fomento en los mares de México.

Tenemos ante nosotros las condiciones perfectas para lograrlo porque hay voluntad, existen proyectos en puerta y el interés creciente de la sociedad en general. Invito a la reflexión; es momento de lograr lo que he llamado la Revolución Azul.

Sobre el autor

Explorador y naturalista. A lo largo de tres décadas ha dedicado sus esfuerzos a diseñar e implementar políticas públicas en México, así como promover la declaratoria de nuevas AMP, incluyendo federales, estatales y privadas. Formó parte del equipo que creó la CONANP. Especialista en conservación de océanos y mares.

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