Protección de alta mar

Foto: Mauricio Zavala

Pieza fundamental en la conservación del océano

POR: Sebastián Nicholls

Latinoamérica cuenta con más de 50,000 kilómetros, por eso el océano juega un papel fundamental en el sustento y la seguridad alimentaria de la región. De hecho, el océano es tan importante para nuestras comunidades que Latinoamérica ha creado o ampliado Áreas Marinas Protegidas (AMP) en aguas nacionales y, recientemente, Ecuador, Colombia, Costa Rica y Panamá se comprometieron a crear un corredor migratorio transfronterizo e interconectado para proteger la vida marina en el Pacífico Oriental Tropical.


El anuncio se dio en un momento fundamental, ya que la salud del océano se está deteriorando. Los efectos acumulados del cambio climático, que se ven agravados por la contaminación, la navegación y la contaminación acústica ocasionada por la exploración de petróleo, gas y minerales, ahora repercuten en todo el océano, incluidas las áreas más allá de la jurisdicción de cualquier país, conocidas como alta mar.

A fin de garantizar que el océano siga brindando beneficios y se mantenga resiliente, los gobiernos del mundo deben tomar medidas audaces para proteger esta región marina.

La alta mar comienza a 200 millas náuticas de la costa y cubre cerca de la mitad de la superficie del planeta. Aún queda mucho por aprender sobre la forma en que la integridad ecológica de estas áreas se relaciona con la salud de las zonas costeras, pero los científicos saben que la alta mar rebosa de vida y se encuentra entre las reservas de biodiversidad oceánica más grandes del mundo.

Asimismo, sustenta una gran cantidad de pesquerías, ofrece hábitats y rutas migratorias para ballenas, tiburones, tortugas y aves marinas, y alberga ecosistemas extraordinarios, como corales de agua profunda y otras formas majestuosas de vida.

Además, ayuda a regular la temperatura atmosférica global y a desacelerar el impacto del cambio climático mediante la absorción y el almacenamiento del dióxido de carbono excedente de la atmósfera. En 2014, la Comisión Oceánica Global estimó que el valor económico de la eliminación de este carbono se encuentra entre US$74,000 millones y US$222,000 millones por año.

Al mismo tiempo, el aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera contribuyó al aumento de las temperaturas y los niveles de acidificación del océano. Estos cambios representan una amenaza para los ecosistemas y hábitats de los cuales dependen las especies marinas, y se suman a otros problemas, como el blanqueamiento del coral y la disminución de las concentraciones de oxígeno, proceso denominado “desoxigenación”.

En contraste, se calcula que la captura de las pesquerías de altamar tiene un valor bruto anual que oscila entre US$7,000 millones y US$16,000 millones. Las flotas pesqueras industriales trabajan en más de la mitad de estas áreas del océano, y más de un tercio de las poblaciones de peces marinos están sobreexplotadas globalmente. El informe El estado mundial de la pesca y la acuicultura (2020) de la FAO destacó el declive de las poblaciones de peces de alta mar y reconoció la necesidad de que se adopten medidas de gestión más eficaces. Según este informe, el porcentaje de poblaciones de peces capturados a niveles biológicamente insostenibles aumentó de 10% en 1974 a 34.2 % en 2017.

Se ha comprobado que las áreas marinas protegidas generan beneficios para las pesquerías. En un análisis de 2018, se descubrió que la biomasa promedio de peces en reservas marinas totalmente protegidas y bien administradas es 600% superior a la de áreas adyacentes no protegidas y más de tres veces mayor que la de AMP con protección parcial. Sin embargo, actualmente no hay mecanismos legales para establecer AMP integrales en alta mar y sólo se protege 1% de la área de alta mar a nivel mundial.

La evidencia científica indica que se debe proteger al menos 30% del océano para garantizar la salud de nuestro planeta a largo plazo. Hasta el momento, más de 110 países se han unido a fin de alcanzar esta meta para el año 2030.

En la primera mitad de 2022, los países tienen la oportunidad de hacerlo mediante la finalización de un tratado de alta mar que permitirá establecer AMP altamente protegidas e intersectoriales en alta mar. Latinoamérica ha desempeñado un liderazgo increíble en la conservación marina dentro de las fronteras de nuestros países, pero el océano es un sistema interconectado, y las actividades dañinas en aguas internacionales podrían afectar negativamente los esfuerzos nacionales de conservación. Es hora de ir por más y proteger la alta mar.

Sobre el autor

Sebastian Nicholls trabaja en el proyecto de The Pew Charitable Trusts para la protección de la vida oceánica de alta mar.

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